De tantas revoluciones he tomado
solo el jugo,
de la de mi corazón, todavía busco...
El sentido de mi vida que no da frutos,
me dio a ti
y sin permiso ni escrúpulos,
me privará de ve tus pasos y la
sonrisa todavía minúscula.
Mis ideas sin nostalgia acorraladas
por un surco,
en un mar de confusión donde el
mundo es y no tuyo;
te regalo la transparencia de mis
lágrimas silenciosas,
la incertidumbre de mis sueños de
mi Camilo hecho
de rocas.
Toma mi debilidad y mi sonrisa
escondida, has de ellas
un haz de pequeñas maravillas.
Toma también mi alma que sin
ti estará perdida y llena
de amor aquellas almas vacías.
Porque tú serás el agua que regará
tierras marchitas,
serás el hijo del dolor, serás
el hijo de la vida,
el padre de todos aquellas que
un padre necesitan,
y serás también la madre que
a ti te robó la vida.
Oh mi pequeño amor, mi respiro,
mi vida, siento un desgarro infinito,
una desesperación aturdida,
siento que no bastarán palabras
ni disculpas a esta bruta
despedida, siento que no basta
mi muerte para abandonar tu futura
vida, pero a pesar de todo,
una cosa me tranquiliza,
porque he visto en tus dulces
ojos la esperanza perdida.
Serás fuerte como el viento
que tus tierras caracteriza,
por eso hoy puedo morir,
porque lucharás por tu vida,
sopla, sopla fuerte que al
viento nadie derriba
Agradecemos la colaboración de Mónica Noemí González, piquense que actualmente reside en Roma. Esta poesía fue publicada en la novela "Rosso colore d´ oceano" de Vicenzo Onorato.
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