miércoles, 25 de febrero de 2009

Acerca de la Educación


En los hechos, la destrucción de la escuela pública y gratuita se produjo y sigue profundizándose por la reducción al mínimo posible de: el presupuesto educativo, la currícula (los contenidos que deben aprender los alumnos en cada curso por asignatura), la infraestructura y el material didáctico, el salario docente y del personal no docente, etc. Pero no alcanza con esto, nótese un complejo mecanismo para lograr cierto apoyo popular a esta pauperización de la educación. Más allá del desastre que provocó en lo cualitativo la reforma educativa, no pudo sin embargo ocultar lo evidente: la decadencia sistemática e imparable de la calidad de vida de las masas populares, que deben enfrentar también el nada casual cascoteo cotidiano embrutecedor y mentiroso de los medios de comunicación masivos, se vio, se ve y se verá reflejada necesariamente en el rendimiento escolar del alumnado, aunque apenas se le exija conocimientos de cursos inferiores al que cursa, si se les exigen. Porque cuando son exigidos como correspondería muchos son los que no logran adquirirlos. Y ante una posible reprobación, los padres y el sistema educativo se unen para garantizar que siempre se obtendrá la promoción al grado superior, se sepa o no; que se obtendrá el título, aunque reducido en incumbencias o devaluado, ya que la realidad demuestra otra cosa del titulado, y otras corrupciones tácitas en nombre de pedagogías que le darían vergüenza hasta a la más sobreprotectora y senil de las abuelas. Las motivaciones de este acuerdo, desde ya, son diferentes. Los padres, ya ellos marginados, no toleran lo que sienten como una humillación intolerable: el fracaso escolar del hijo, que aunque estuviera en edad, no puede trabajar por falta de empleo. El sistema, por diversas razones (su seguridad, influenciar en la conciencia del pueblo con espejitos de colores) realiza una política de control social depositando al alumnado en las instituciones educativas. Los adoctrina en la barbarie capitalista, o en el peor de los casos, neutraliza los espíritus rebeldes. Son hoy las escuelas de las grandes conglomeraciones urbanas como el GBA meros depósitos donde los chicos reciben viandas que no contemplan ningún equilibrio nutritivo y, en aulas superpobladas, la buena voluntad de los docentes para intentar enseñarles algo más que normas básicas de convivencia, por cierto discutibles. Y, claro está, donde los responsables políticos del área afianzan el clientelismo a costa de las necesidades del pueblo. El reverso de esta situación es la cruda realidad de la ignorancia generalizada y el embrutecimiento social en conocimientos básicos de historia, matemáticas, lengua, técnica, biología, etc., que las masas perciben y no desean para sus hijos cuando sueñan su futuro, ya que toman conciencia de que les dificulta y dificultará su desarrollo como sujetos. Acompañan, entonces, los innumerables reclamos, paros y movilizaciones docentes contra esta degradación de la escuela que vienen sucediéndose ininterrumpidamente desde 1988 y se acentuaron notablemente desde 1994, ocasión en que el Congreso mercenario aprobó la ley federal de educación. Ahora “nueva ley de educación”, aprobada en 2007. Es brutal y compulsivo el programa de desinformación y confusión que sobre el problema educativo lleva a cabo el Estado a través de la propaganda oficial y de los medios prostituídos de comunicación, a pesar de esto no ha logrado enfrentar a los sectores del pueblo de esta ecuación perversa: los padres con sus chicos y los docentes. Es más, son muchas las ocasiones en que los encontró unidos exigiendo un cambio radical en la política educativa. Pero el Estado, en manos de la burguesia financiera, no sólo seguirá haciendo oídos sordos a este reclamo, sino que profundizará su política de desfinanciar y desvirtuar la educación pública y gratuita (así como a la salud) para intentar lograr que al pueblo le resulten ajenas e indiferentes al no colmar sus expectativas y necesidades y se resigne a perderlas como perdió sus empresas públicas, sus empleos, y hasta la conjugación en primera persona de un verbo en futuro.
Entiéndase toda negligencia, todo olvido, toda indiferencia hacia la educación pública y gratuita, como una política sistémica de la oligarquía financiera para desterrarla de las responsabilidades estatales, para abandonarla letalmente junto a otros logros de la clase obrera tras un entuerto de cerraduras de una caja de seguridad en un banco suizo. Nada se puede esperar de ella. No puede ni quiere (debe mantener a toda costa su tasa de ganancia mediante la superexplotación del proletariado) revertir su política educativa ni ninguna otra de las que lleva a cabo. El capitalismo ha demostrado con creces que no puede resolver ningún problema en esta etapa de la humanidad. La alimentación, el trabajo, la educación, la salud, la recreación, el arte, el ocio y el desarrollo de la subjetividad, la vivienda, la vestimenta, etc., sólo serán derechos adquiridos cuando el pueblo en general y los trabajadores en particular tomen en sus manos el poder, y destruyan de una vez y para siempre el sistema capitalista.

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